viernes, 16 de octubre de 2009

CLASES DE ESTADO.


ESTADO ABSOLUTISTA.
ESTADO MODERNO.
ESTADO LIBERAL
ESTADO SOCIAL DE DERECHO.
ESTADO SOCIALISTA.
TERRITORIO.
NACION.
PUEBLO.
SOBERANIA.
DEMOCRACIA. CAPITALISMO.
MAQUIAVELO.
JUAN JACOBO ROSSEAU.

martes, 29 de septiembre de 2009

martes, 22 de septiembre de 2009

martes, 1 de septiembre de 2009

Figuras y obras del arte del Renacimiento.

LOS VERDEROS PROFESORES.

Cuando nos referimos a los profesores se nos viene a la cabeza recuerdos de aquellas personas que marcaron nuestras vidas de alguna manera, si le preguntamos a cualquier persona que nos describa un profesor nos dirá que son personas que se mantienen con libros bajo la mano, son de aspecto temerario, se mantiene con tiza o marcadores y siempre cargan una cartuchera o papeles, si le preguntamos a un niño que definición tiene de profesor dirá que son los padres, esto me lleva a escribir un pequeño articulo y compartir con usted lo que para mí es un buen profesor.

Si empezamos por definir la palabra profesor dentro de la sociedad podremos precisar que profesor es toda aquella persona que tiene una facultad para trasmitir un conocimiento que sea útil para la vida, aclarando que todos los que son llamados a ser profesores no lo son porque les queda grande esa labor. El argumento de esta palabra cambia cuando los roles de la definición los tomamos y los inducimos dentro del campo de la educación y es allí donde la palabra tiene sentido, obtendremos que el profesor no es el que posibilitad conocimientos ni tampoco es aquel que queda contento por que el alumno dice su enseñanza al pie de la letra y así ve cumplida su labro, ser profesor es aquel que permite que sus dirigidos construyan su propio conocimiento desde sus pensamientos y realidades. El profesor no es el que ve el salón de clase como el medio para dar un tema que preparo para cumplir con su trabajo, el profesor es el que ve el salón como el medio útil de orientar ciudadanos que sean capaz de enfrentar la realidad y suplir sus propias necesidad que como ser humano se le presentan en su diario vivir, si esto no se cumple dentro de ninguna institución entonces la educación estaría obligada a cambiar su fin, ya que en la actualidad el fin de la educación es educar alumnos que sean capaces de desenvolverse dentro de los contestos que la sociedad les pone como: economía, política, religión, familia, cultura.

Por eso se reafirma el contenido que define a los profesores como personas integras ya que dominamos un sinfín de temas, que somos seres sociables que tenemos aspiraciones como cualquier otra persona del común, pero que nos diferenciamos de la otras profesiones ya que somos los llamados formador de formadores. El profesor acompaña, sabe cuando brindar la mano pero también sabe cuando retirar y callar, somos las personas que diariamente damos los parámetros de la sociedad por que la sociedad la componen seres humanos, seres humanos que pasaron por nuestras manos.

JUAN ANDRES CORTES GOMEZ.

viernes, 24 de julio de 2009

LA NARRACION DEL 9 DE ABRIL

BOGOTA, 14 DE ABRIL DE 1948.
Señora Doña:
Rosa Vásquez de García.
Medellín.

QUERIDISIMA MIA:

En el borde de todos los horrores, ante los cuales la muerte misma parece menos grave, hemos vivido estos cinco días desde el viernes 9 a las dos de la tarde.

A la 1 p.m. habíamos estado en la esquina de la carrera séptima con la calle catorce, a pocos metros de donde minutos después iba a consumarse el asesinato del Doctor Jorge Eliécer Gaitán, que desencadenaría las furias del infierno sobre Bogotá y pondría el país al borde de la disolución. Nada indicaba la proximidad de la tragedia.

Después de almorzar tranquilamente me recosté en mi cuarto y a eso de las dos menos diez minutos oí gritos en la calle; me asome a la ventana y vi gentes vociferantes contra el Doctor Ospina Pérez, el gobierno y el conservatismo y oí que en la carrera séptima rompían ventanas a pedradas. Al salir al claustro del colegio me informo un profesor llegado de la calle que la causa de la furia era la muerte del Doctor Jorge Eliécer Gaitán y supe que por la carrera séptima hasta el palacio presidencial acababa de ser arrastrado el cadáver del asesino. En ese momento llego el vicerrector y en medio del estupor de todos empezamos a serenar a los estudiantes, hicimos entrar a los que estaban en la calle y cerramos las puertas.

Nos toco presenciar el primer asalto de las hordas vandálicas al capitolio y la destrucción de uno de los salones del primer piso, cuyo despojos quedaron regados a lo largo de la cuadra entre las calles 9 y 10. Poco después alcanzamos a ver que ardían los tranvías en la plaza de bolívar y que en ella reinaba confusión espantosa. Los alumnos externos querían salir pero logramos contenerlos y permitir la salida solo de aquellos cuyos padres los reclamaban. En total quedaron adentro cerca de 500 y algunas personas a quienes sorprendió aquí este desastre. Mientras tanto empezaba a llegar el Batallón Guardia Presidencial y a disponerse para impedir el avance de las turbas enfurecidas hacia el palacio.

En una de las bajadas a la portería de la séptima, encontré la carta de Hernán, en que medaba cuenta de que estaban para desocupar la casa y esto aumento mi confusión, con la preocupación de que en Medellín podrían ocurrir hechos semejantes. Precisamente a las 12 m. había puesto al correo una carta en que te explicaba por qué seria forzoso demorar un poco tu viaje y pensé que esa carta iba a llegar a la antigua dirección cuando tu ya estarías en tu casa y que por lo mismo no recibirás desafortunadamente esa carta, en la que te exponía razones para suspender el viaje, ciertamente valederas, pero insignificantes si se las comparan con los acontecimientos que se han venido desarrollando.

Pensando en ti y en todos los miso estaba cuando me llamaron urgentemente. Era el Padre Félix Restrepo S.J. y otros jesuitas de la javeriana habían entrado por el interior del Colegio a pedir nuestra ayuda para su defensa, ante el inminente peligro de que les incendiaran la iglesia de San Ignacio y la Universidad. Ya habían quemado otras iglesias y conventos y estaban forzándoles las puertas; entre la esquina de la séptima y la calle 10 cayeron dos sujetos que iban seguramente con el intento incendiario. De acuerdo con Cortés dimos a los padres todas las seguridades posibles; precisamente estuvieron alojados por varias horas en el apartamento que se nos tiene destinado.

Me di cuenta de cuando rompió fuego la tropa contra los asaltantes, pero no quise ver como caían victimas de su furor más de veinte que al día siguiente presencié cadáveres al frente del colegio nada más.

Estaba atendiendo a la organización interna y a contrarrestar los efectos de las noticias que me iban comunicando, transmitidas por radiodifusoras embusteras y no menos furibundas que la enloquecida canalla comunista. Ni un momento me equivoqué en la apreciación del origen e inspiración de los planes demoniacos que se estaban desarrollando y del abismo en que nos encontrábamos, pero confía en Dios, en el buen sentido de nuestros dirigentes y del pueblo colombiano y en la lealtad de nuestro ejercito, que es admirable.

Desde que supe que la radio difusora Nacional había sido recuperada por el Gobierno hice anunciar por teléfono que estábamos bien los quinientos entre profesores, empleados y alumnos aquí recogidos, no obstante hallarnos bajo los fuegos encontrados y alumbrados por las llamaradas de los incendios de la plaza de bolívar y del palacio de San Carlos, que nos correspondió ver despojar por forajidos de sus muebles, vajillas, etc. y arder luego hasta que se desplomo el último piso y a la media noche se alejo el peligro de que el fuego invadiera la casa colonial o el colegio de la presentación y se comunicara a nuestro colegio. Tuvimos listos extinguidores y mangueras para defendernos del incendio en cuento fuera posible, pero gracias a Dios no se presentó esa nueva desgracia.

Logramos dar de comer a toda la gente y acostarla a dormir por unas horas, acomodándolos en colchones tendidos en el suelo. Yo pase el mío al pasadizo entre el corredor y la pieza, pues tú recordarás que esta no tiene a la calle muro protector, sino anchas ventanas, y los tiroteos continuaban. Allí he seguido durmiendo todas estas noches últimamente acompañado por el profesor Valderrama, quien paso aquí su catre. Cortes se quedo aquí hasta el lunes, no obstante que angelita estaba sola, con un primo que vive con ellos, y que solo consiguió chocolate para alimentarse en los tres días.

El sábado muy temprano pude despachar a sus casas la mitad del personal que se había quedado en el colegio; así disminuí la responsabilidad y se redujo también el gasto de provisiones, que racionadas desde el primer día nos han alcanzado sin embargo hasta ahora, pues no nos han faltado sopa, arroz, papas, chocolate, café, panela; para el desayuno hemos tenido pan, a veces huevo y naranja. Realmente hemos estado a cuerpo de rey, en comparación con infinidad de personas pudientes que han carecido de lo indispensable y familias que se han visto limitadas a tomar solamente agua de panela.

JUEVES 15. Esta carta ha decidido terminarla esta mañana para buscar manera de enviártela, pero desde que me levante supe que el Gobierno había decretado la suspensión de tareas en los colegios de Bogotá hasta el 15 de mayo y empecé a organizar la salida de los 70 internos que nos quedaban. Poco después se me presento el general Mora aunque era para pedirme alojamiento para las tropas que están llegando de distintos lugares del país; estábamos en la perspectiva de la ocupación del colegio por un ministerio de los incendiados, lo que habría implicado la clausura definitiva por tres o cuatro años y entonces me apresure a ofrecerles todas las facilidades para el ejercito, pues la ocupación de este seria temporal y así, se salva por el momento la vida de San Bartolomé.

Naturalmente el ajetreo de este día ha sido inmenso, suministramos al Estado Mayor mis oficinas para su despacho y dándoles todo lo que el Colegio puede dar, menos los alojamientos de los profesores y algunas oficinas indispensables. Cortés y Angelita pasaron aquí el día y tomaron sopa, que no habían probado hace seis días.

Continúo ahora si informándote de las siguientes jornadas.

El sábado 10 se fue la luz por haberse quemado un transformador a causa de los incendios, así quedamos sin radio y desde el domingo sin agua, pues ya sabes que el tanque de distribución sube por una bomba eléctrica, nuestra única comunicación con el mundo exterior era un mal teléfono situado en lugar peligroso hasta que el domingo se traslado a otro más seguro y fue nuestra providencia informativa, fuera de lo que lograban saber los padres de la Javeriana y nos comunicaban en varias de las entrevistas que con ellos tuve.

El domingo amanecí con un terrible dolor de cabeza, parece que de origen hepático y no pude levantarme hasta las horas de la tarde. El practicante Castrillon de ultimo año de medicina me dio un laxante que no me produjo efecto, pero el hecho fue que en la tarde pude seguir atendiendo a los problemas que se presentaban. En este día nadie pudo salir del colegio. Por el interior pasaron profesores y estudiantes a misa en la capilla de San José de los jesuitas. En las azoteas del Colegio, en la cúpula y en la torre de San Ignacio se oían constantes detonaciones de un rifle o carabina, pistola o explosivo destinado a formar pánico, y contra ese mal vecino que se oyó hasta anoche, se cruzaban los fuegos del Palacio Presidencial, del Capitolio, del observatorio Astronómico, de una ametralladora situada en la pensión Duque y de soldados que en cada momento entraban al Colegio por la calle 9 (las otras entradas quedaron clausuradas desde el 9). Bien se llego a pensar bombardear la torre de San Ignacio para tumbar a esos francotiradores parapetados en distintos lugares de la cuidad, principalmente iglesias, y que fueron la desesperación del ejercito. Antenoche practico requisas la tropa en todo el personal del Colegio y a las y media de la mañana de ayer me despertaron para exigirme una vigilancia estricta y el control absoluto de todas las personas que entraban al Colegio y salían de él. Al fin dicen hoy que puede tratarse de un aparato que dispara explosivos a larga distancia y lo hace estallar en sitios adecuados para infundir pánico y hacer creer que se trata de pistoleros apostados en lugares estratégicos, inclusive para culminar a los sacerdotes y religiosas, pues suenan principalmente en iglesias y casas de piedad.

Quizás lo más terrible de este día fue el incendio de el Colegio de la Sallé en donde perecieron dos estudiantes y estuvieron a punto de ser sacrificados todos los hermanos y sus alumnos.

El lunes 12 salieron otros alumnos y profesores, que al llegar a sus casas nos iban transmitiendo noticias más tranquilizadoras sobre la organización del gobierno y la situación del país, aunque abrumadoras respecto de lo que había ocurrido y continuaba ocurriendo en distintos lugares de Bogotá.

A las 5 de la tarde tuvimos luz, por consiguiente agua y radio. Cada persona que ocupaba el teléfono tenía que llamar primero a la Radiodifusora Nacional para dar información sobre nosotros, pero solo el martes logramos una comunicación, pues las llamadas eran infinitas. En una ambulancia pudieron salir por la tarde Cortés y dos señoritas empleadas que hasta entonces no habían logrado hacerlo, de las cuales una estaba ya enferma, seguramente por la impresión. Por la Radiodifusora Nacional supe que Jorge Vélez estaba trabajando de nuevo en ella, pero solo ayer tarde, después de innumerables llamadas, pude hablar con él y enterarme de que recibió un machetazo en la cabeza al tratar de defender a unas monjitas, estuvo en la clínica, y el lunes pudo reanudar parte de su labor, afortunadamente ya fuera de peligro, aunque vendado y sometido todavía a curaciones.

El martes 13 pase hasta la Pensión Duque a dar algunos informes al Teniente de la escolta, allí les habían escaseado las provisiones en tal forma que algunos pasajeros llegaron a participar en el precario rancho de los soldados; las Duques me dieron café y con ellas estaba cuando se rompieron nuevamente los fuegos sobre el Colegio, por causa del “Buen Vecino” que nos mortifico durante todos estos días. Pase en la primera clama, cuando los estudiantes estaban comiendo, antes de las 6, pues a las 7 deben estar acostados cuando suena el toque de queda. Jaime estaba confundido por mi ausencia, no se ha perdido un detalle de nada aparentemente tranquilo. Guillermo siempre callado, tratando de oír radio o prestando sus servicios en el teléfono; solo me preguntaba si he sabido algo de Medellín y de la casa.

La llegada de oficiales y tropa a practicar requisas nos hizo demorar la acostada de esa noche hasta cerca de las 12. El Teniente Caviedes como aquí y nos dio toda clase de detalles sobre el desarrollo de los acontecimientos por los cuales confirme la impresión de que sin el ejercito Bogotá habría sido borrado del mapa y toda la República habría sucumbido.

El miércoles 14 fue de una gran actividad, por el control minucioso que tuve que llevar de cuantas personas entraban o salían, mi único descanso era ver pasar por la puerta de la novena filas interminables de señores, señoras y señoritas distinguidas, muy pocas sirvientas, que subían del mercado llevando algo de comer, pues suponía que para muchas casas ese sería el primer alimento después de varios días. Para el Colegio se consiguió pan, frutas y algunas verduras.

A cuantas personas salían desde el martes para ir por la carrera octava les daba un mensaje para ti, pero el telégrafo estaba interrumpido, pues incendiaron el Edificio de Comunicaciones, la Marconi no alcanzaba a transmitir sino radios oficiales y la All American solo recibía cables para el exterior. Hoy hubo servicio por algunas horas, pero en colas interminables que no dejaron alcanzar turno a los que fueron del Colegio. Mañana va a madrugar a coger cola un señor de la Pensión Duque y con él enviará la señorita Lucia un radio que le di dirigido a tu casa, pues no sé a ciencia cierta en dónde puedas estar.

Anoche empecé esta carta, quedándome por primera vez un buen rato en la pieza, aunque sigo durmiendo en el pasadizo. Ya te dije antes por qué no pude terminarla hoy con tiempo de enviarla con un joven que sale mañana a las 7am.

Hoy nos visitaron los altos empleados del Ministerio y se sorprendieron de la manera feliz como habíamos salido de este duro trance, pues hasta ahora no sabemos que haya muerto ningún estudiante y de todos los que quedaron bajo nuestro control desde el viernes hemos dado buena cuenta, gracias a las medidas tomadas y al celo con que hemos velado por todos ellos, sin omitir esfuerzo alguno. San Bartolomé es quizás el Colegio que menos ha sufrido, no obstante estar en el sitio de mayor peligro. Por todas partes se ven los impactos de las balas que atravesaron puertas y ventanas y que desmoronaron muros; hasta un armario fue perforado y en él los sacos de un profesor; nuestro presunto apartamento también presenta las huellas de las balas.

Aquí dentro del suceso más doloroso que hemos registrado fue el del profesor Hernando Navarrete, que desde el balcón de la secretaria alcanzo a reconocer el sábado en cadáver de su padre cerca a la puerta del Colegio. No obstante no pudo salir a recogerlo y solo el lunes pudo ir a su casa; parece que de allí fue con la demás familia al cementerio y lo reconoció entre centenarios de cadáveres insepultos, para evitar que fuera a la fosa común.

Porque quiero cumplir mi deber hasta el último momento y ser el último que salga del Colegio, y porque no me seduce contemplar los escombros de una ciudad tan querida, no me he resuelto a salir. Por los periódicos y por lo que me informan todos los que salen me he imaginado el paisaje de esa desolación incomparable. Allí estarán informados también de lo que ha ocurrido. Que pocas horas costó mucho más de lo que costó el país en pérdidas materiales la guerra de los tres años, quizás cuando aprecie personalmente la magnitud del desastre me anime a escribirles sobre mis impresiones.

Ya te dije que el Colegio es cuartel y estamos viviendo bajo régimen militar; todavía nos quedan hoy unos 40 estudiantes que irán saliendo de aquí al sábado, más o menos la mitad de los profesores y empleados de servicios. Es posible aunque no seguro porque estamos bajo el reinado de la incertidumbre, que las tareas se reanuden el 17 de mayo probablemente sin internado o con un internado reducido, pues hoy mismo empezamos a gestionar el traslado de los alumnos becados a otros colegios del país y no sabemos si el presupuesto del Colegio nos permitirá sostener internos con el costo que supone alcanzaran ahora las subsistencias.

Todavía no he pensado que hare con Guillermo y Jaime, ni tampoco como voy a resolver nuestros problemas familiares que con ser grandes resultan minúsculos al lado de tanta desgracia. Debemos infinitas gracias a Dios por habernos permitido salir con bien de este mal paso; en manos de su providencia confiamos nuestra suerte y el nos ayudara en todo.

Esta carta es para todos los de tu familia, que estarán ansiosos por conocer detalles de lo que ha ocurrido y seguramente habrán estado inquietos por lo que pueda habernos ocurrido, no por lo que nosotros significamos, sino por lo benévolos y generosos que ha sido conmigo.

Para todos mis abrazos cariñosos. Para ti y para las niñas los besos de tu:

JULIO CESAR.

martes, 14 de julio de 2009

El Bogotazo

Se conoce como Bogotazo al período de protestas, desórdenes y represión que siguieron al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán el 9 de abril de 1948 en el centro de Bogotá (Colombia). Se considera este uno de los primeros actos urbanos de la época conocida como La Violencia.

Para continuar la lectura, haz clic aquí: http://es.wikipedia.org/wiki/El_Bogotazo